Poco después de la Segunda Guerra Mundial, a un jovencito llamado Arno Stern le tocó ocuparse de unos niños que habían quedado huérfanos. Para que pasaran el rato se le ocurrió invitarlos a pintar. Pero, además, Arno se inventó un juego. Los niños pintarían en una sala sin ventanas, juntos pero sin adultos, a excepción de él mismo, que se convertiría en su mayordomo. Él les prepararía las pinturas, les limpiaría los pinceles y hasta les acercaría un taburete si fuese necesario para que los niños sólo tuviesen que preocuparse de pintar el papel, cada uno el suyo, que colgaría frente a ellos, en las paredes. Habría algunas normas: nadie podría decir nada sobre lo que pintase cada cual y todo lo que pintasen se quedaría en esa sala, no podría salir de ahí. Ningún adulto vería las pinturas. Arno Stern descubrió un montón de cosas sorprendentes a raíz de este juego, pero, sobre todo, lo más importante, se dio cuenta de la inmensa alegría que les producía a los niños pintar todos juntos en estas particulares pero sencillísimas condiciones.
Imagínate qué pasaría si, cuando comenzases a dibujar por primera vez, nadie te preguntara qué es lo que estás dibujando. Imagínate qué pasaría si, al imaginarse que estás dibujando una casa, por ejemplo, nadie te dijera que le falta una ventana o una chimenea. ¿Qué pasaría en el mundo a partir de entonces?
Los protagonistas va de imaginación, eso que habita en algún lugar oscuro de nuestra cabeza, como vacas esperando a que las ordeñen. Todos tenemos nuestras propias vacas, esperando ahí dentro de nuestra cabeza. Sólo hace falta pasarse por ese lugar de vez en cuando para ordeñarlas. Nadie tiene por qué ordeñarlas por ti, pero si te acostumbras a que otros ordeñen sus vacas por ti quizá en algún momento te olvides de que tú ya tenías tus propias vacas o del camino que te conducía a ellas o de que la leche viene de las vacas, que no se cría por arte de magia en los supermercados.
Pero no te preocupes que en Los protagonistas nadie va a ordeñar las vacas por ti. Si te apetece, tú mismo podrás ordeñar las vacas de tu propia imaginación. Tú y tus compañeros de viaje seréis los protagonistas. Lo que El Conde de Torrefiel va a hacer por ti es invitarte a que entres en las habitaciones que ha preparado especialmente para ti y para quien te acompañe, como en un túnel del terror, pero sin darte sustos. Lo que puede hacer El Conde de Torrefiel por ti es invitarte a que atravieses el espejo como si fueses Alicia en el país de las maravillas. Lo que puede hacer El Conde de Torrefiel es darle de comer hierba bien fresca a las vacas de tu imaginación. Lo que El Conde de Torrefiel va a hacer es hablarte al oído mientras te muestra un camino que sólo tú puedes recorrer en compañía de gente como tú. Lo que El conde de Torrefiel puede hacer es crear un pequeño mundo para ti, como si fueses pasando pantallas de un videojuego. Recorrerlo a pie será una pequeña gran aventura, como la vida misma, que a lo mejor es como un videojuego muy sofisticado. Esta aventura será tan grande como tú y tu imaginación queráis que sea, ni más ni menos. El conde de Torrefiel no te va a contar historias. Cuando salgas afuera, ya le contarás tú a quien quieras la historia de tu aventura, si te apetece. Porque la historia se quedará ahí dentro, como en el juego de pintar.
El Conde de Torrefiel lleva ya más de diez años dando que hablar por sus creaciones escénicas, primero en Barcelona y más tarde por toda Europa, con un creciente reconocimiento que en los últimos años le ha llevado a estrenar sus piezas en los principales teatros y festivales europeos. Con un estilo y una estética propias muy reconocibles sus trabajos se caracterizan por puestas en escena donde coreografía, texto (en muchas ocasiones, proyectado) e imágenes plásticas se mezclan para construir unas narrativas fragmentarias que ponen sobre la mesa algunas de las problemáticas de la sociedad europea contemporánea intentando no perder cierto sentido del humor.
Hasta Los protagonistas los trabajos de El Conde de Torrefiel se habían dirigido siempre a un público adulto. Esta es la primera vez que El Conde de Torrefiel se dirige a un público familiar y juvenil, con el ánimo de poner a prueba su capacidad para, en sus propias palabras, crear un teatro para personas que han nacido en este nuevo siglo, que crecen en sus formas y que configurarán su devenir, con el deseo de interrogar las posibilidades de abstracción y poéticas del formato teatral; que éste cuente sin contar, que esquive el gesto de contar ilustrando y que a nivel conceptual se fundamente sobre mecanismos que apelan a la intuición y la sensibilidad libre, dirigiéndose a generar un dispositivo escénico capaz de dejar a los espectadores el espacio para completar la experiencia a través de su propio bagaje intelectual y universo imaginativo.
Rubén Ramos
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Bibliografía:
Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll
Mierda bonita, escritos para El conde de Torrefiel, de Pablo Gisbert, editado por La uña rota
Vídeos:
Entrevista a Arno Stern en La Casa Encendida: https://www.youtube.com/watch?v=aKx-0R0evIM
Stabat Mater dolorosa de Pergolesi: https://www.youtube.com/watch?v=h9ZET0kU9qs
Links de interés:
Morir nunca (2011), una breve pieza de ocho minutos de El Conde de Torrefiel, pensada para el formato vídeo, una pieza que marcó un punto de inflexión en su carrera y con la que comenzaron a darse a conocer: http://www.elcondedetorrefiel.com/morirnunca.html