Vuelve Toni Jodar con otra más de sus explicaciones danzadas. Explicación es la palabra que él ha escogido para designar el tipo de performances al que generosamente nos convida, y se trata de un término especialmente acertado y naturalmente apto para nombrar la diversidad de sus propuestas didáctico-creativas sobre la danza. “Explicar” pertenece a la familia etimológica de plegar y textualmente significa “desplegar”, girar hacia afuera (ex-) los pliegues de algo complejo. Las conferencias bailadas de Jodar se caracterizan por ser despliegues híbridos. Tienen la singularidad de no quedar asentadas sólo en el cuerpo del intérprete, ni solo afianzadas en el mundo de la reflexión interpretativa, sino en el vínculo que los conecta, en un hueco, en el pliegue que hay entre ellos. Son un pliegue que evidentemente se pliega y se repliega, pero que, sobre todo, se replica en un doble sentido. Pues al mismo tiempo en que corporalmente el propio Toni Jodar se implica en lo que dice, también intelectualmente se duplica en el conjunto de enunciados con los que explica las profusas cruzadas de la danza. Sus recorridos son una continua disyunción, donde no es el propio bailarín quien se expresa danzando; no es él quien nos ofrece “su” danza, sea lo que ese posesivo -“su”- signifique, sino que son otras danzas las que lo hacen a través suyo, poseyendo su cuerpo de intérprete y acentuando así su carácter medial, que es precisamente lo que significa “intérprete”: mediación (inter-) entre dos asignaciones (-pret). En sus charlas, la danza aparece bajo la figura de una otredad que comparece -por decirlo así- de manera nuclear y de manera paracéntrica.
Tra Tra Tra aborda el mundo de la tradición desde la indagadora mirada contemporánea. No importa que la tradición -como lo ha analizado exhaustivamente Eric Hobsbawn- sea con frecuencia un invento del siglo XIX. Porque aún así su espesor cultural está profundamente articulado, y esta vez Jodar ordena el tumulto de su propia percepción del mundo dancístico al trote elegante de unas fieras de cuya doma tenemos atisbos. Antes de ponerse ante el público, Jodar ha atravesado -con la colaboración de creadores y estudiosos de enorme talla como Roger Bernat, Barbara Raubert y Helena Tornero, entre otros- un universo atronador donde resuenan mil voces, las de la calle, las de los amigos, la de muchos bailarines de diferentes pueblos y ciudades, nóveles y veteranos, que desgranan opiniones, vivencias y sentencias sin buscar aprobación ni pretender lo edificante, y que a veces vienen a traerle cuentos completos o retazos de ellos como quien concurre al coleccionista con una muñeca de porcelana y sonrisa dentada o una pieza de peltre desportillada pero cargada de valor emocional y simbólico; resuenan también las voces de los investigadores, que en su presencia sufren ataques de impudor viral; las de los maestros, las de legiones de bailadores amateurs y profesionales, inexpertos o avezados, la de los críticos que sobre esas danzas han escrito historias, guías, orientaciones.
No contento con eso, Toni Jodar se ha aplicado a observar fotografías, bibliografía regional, a recorrer territorios, mapas, pasear por películas, memorizar diálogos, poner discos y seguirlos hasta el final. Ha fisgoneado conversaciones de intérpretes, comentarios avispados, graciosos y monstruosamente bellos. Interroga a los danzantes de todos aquellos territorios que la caravana de su curiosidad lo lleva. Merodea por librerías, analiza menús coreográficos en escenarios y en locales de ensayo, pero también en restaurantes y en cafés, andorrea por plazas y mercados. Viaja con mucha frecuencia. Pero con todo ello sólo estamos haciendo el catálogo de la parte fácil o, por lo menos, la que no lo fatiga tanto. El trabajo grueso es el del ojo y el pensamiento. Y Toni Jodar, además de bailar, ve y piensa.
Este singular Tra Tra Tra es el resultado de lo que el colectivo de Explica Danza ha visto y ha pensado. También, en buena medida, de todo lo que a ellos les han contado y a lo que le han sumado todo lo que previamente ellos mismos nos habían explicado sobre la modernidad y la contemporaneidad de la danza, y esa adición ha sido posible porque Toni Jodar es también un narrador nato, con un talento tan descomunal para narrar, que las historias saltan a sus brazos y a sus piernas como las ninfas a los brazos de los pastores o a las ramas de los abetos.
Tenemos que volver a insistir, no se trata de un espectáculo de poética personal, no se trata de lo que el bailarín Jodar ha imaginado o fantaseado, como cuando ofrenda coreografías suyas. Este espectáculo es más bien un ensayo en escena. No se trata tampoco de una crónica. Las crónicas son otra cosa, algo que ciertamente a Toni se le darían igualmente bien si no fuera porque las crónicas, como suelen reconocer los críticos, son abiertas por los extremos. En principio, no tienen inauguraciones, simplemente ‘empiezan’ cuando el cronista comienza a registrar hechos. Y no tienen culminación ni resolución, porque pueden proseguir indefinidamente. Mientras que las conferencias de Toni Jodar son indagaciones emprendidas con tanto compromiso, reflexión y afán documentalista (de hecho, buena parte de ellas parecen un Documental) que, sin excepción, parten de la exposición de un problema o una tendencia seductora y emprenden el viaje a su disquisición por rutas que ningún espectador por avezado que sea (e incluso por conocedor de la obra de Toni Jodar que sea) puede siquiera intuir. Paul Klee decía aquello tan conocido de que dibujar era sacar una línea de paseo. Esta vez Jodar hace lo mismo con las danzas tradicionales. Coge una frase, o incluso un sólo giro de un baile tradicional y es capaz de llevarlo de paseo hasta los cimientos o los ornamentos que caracterizan partes importantes de algunas poéticas coreográficas contemporáneas. Las traduce, las traslada; lleva de un lugar a otro el arsenal de su recorrido, transita con ese saber, lo traiciona, y hasta parece “tararearlo”, como apercibe el título de su espectáculo, aunque siempre con probado respeto y libertad creadora.
En esta tercera parte de su trilogía de conferencias danzadas, el espectador sabe ya que ha partido de un puerto más o menos conocido y que cuando llegue a su destino conocerá decenas de aristas que hasta entonces muy probablemente estaban fuera del ángulo de su visión. Pero lo que el espectador no puede anticipar son las costas por las que discurrirá ese cabotaje explicativo de Jodar y los muchos laberintos por los que somos conducidos. Definitivamente estas conferencias bailadas sí que tienen comienzo y final. O dicho de otro modo, provocación y conclusión. Dos características especialmente destacables del explicador-intérprete Toni Jodar.
Víctor Molina