En su solo The Dancing Public (2021), la bailarina y coreógrafa danesa Mette Ingvartsen se interesa en la pista de baile como un lugar para gestar colectividades efímeras. En ese espacio que conduce el cuerpo gradualmente hacia un éxtasis desenfrenado, la danza es un medio de tejer una convivencia corporal, de formar un cuerpocolectivo en movimiento con una gran potencialidad de reorganización social.
Skatepark (2023) sigue esta misma línea de estudio sobre un espacio que genera colectividades, pero ahora trasladando un lugar urbano al escenario, construyendo así un laboratorio donde observar el skateboarding desde una mirada coreográfica. “Me di cuenta desde muy al principio que la arquitectura definiría completamente la pieza”, dice Ingvartsen sobre la escenografía de la obra. Al coreografiar el suelo con caídas, subidas y montículos, también se coreografia los movimientos posibles: los recorridos de las ruedas que conducen a los skaters-bailarines del elenco.
Muchos skaters admiten que dar un paseo con ellos es insoportablemente lento e interrumpido. Su mirada hacia la ciudad es una búsqueda constante de ángulos, pendientes, barandillas y bancos para investigar con el skate. Enfrentan el entorno urbano desde el cuerpo, desde una percepción corporal que busca potencialidades para el movimiento. Reinventan constantemente el entorno urbano. De esta manera, los skaters empujan los límites de una corporalidad funcional: al habitar la ciudad de manera coreográfica, subvierten los discursos basados en efectividad desde una veloz e inventiva resistencia a la gravedad.
En su conocidísimo libro Homo ludens (1938) Johan Huizinga manifiesta con contundencia que en el juego reside, nada más y nada menos que el origen y la emergencia de la cultura. En vez de una acción gratuita o banal, el juego es un generador central de la vida social. El juego inspira comunidades y territorios singulares — irreales y móviles — de una organización propia.
En este sentido, el skateboarding pone en valor sitios encontrados en una ciudad, a veces puntos poco destacados del territorio urbano, y los convierte en lugares de convivencia por la práctica de manuals, grinds o slides. De la misma manera, los skateparks construidos ofrecen wallrides, bowls y snake runs para practicar esas corporalidades en comunidad. Son lugares semiestructurados donde conocerse y conectarse más allá de edad, nacionalidad, profesión o clase; marcadores que se diluyen ante el esfuerzo físico, la dificultad, la velocidad, el placer.
Se negocia sobre ruedas y entre los cuerpos cómo ocupar el espacio, y cómo dar espacio.
Los skaters participan en la ciudad con su movimiento, la habitan con sus coreografías. El entorno urbano para ellos es un patio de juegos, el skatepark una especie de kontakthof bauschiano urbano. El juego genera realidades paralelas, separadas de la vida cotidiana, pero también nos permite descubrimientos que aumentan la consciencia sobre nuestro entorno cotidiano. Estudios recientes describen los skateparks como sitios de juego y comunidad, donde se tejen encuentros parecidos a un ritual.
En una sociedad donde los cuerpos viven aislados, podados de movimiento, incluso dominados por un ideal de ‘no movimiento’, ¿cómo abrir el cuerpo a contactos sociales físicos a través del movimiento? ¿Cómo movernos juntos para estar juntos?
Skatepark de Ingvartsen comparte pensamiento también con la obra Los esqueiters que los actores-dramaturgos Nao Albet y Marcel Borràs estrenaron en el festival Grec en 2017. Ellos plantearon un encuentro, una transmisión de conocimientos, entre unos cuantos skaters de la plaza del MACBA (la meca de skateboarding en Barcelona, y lugar icónico justamente por esa práctica) y textos de filósofos renacentistas, presentes en esa misma plaza por el edificio de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona que data del siglo XV. De esta manera, Albet y Borràs traducen una convivencia arquitectónica a una intra-acción de cuerpos, indagando en la libertad como concepto, entrecruzando una búsqueda en filosofía y pensamiento con una libertad basando en el movimiento, en la misma carne.
Mette Ingvartsen es también doctora en coreografía por la Universidad de Lund (Suecia), y en su tesis doctoral de investigación artística observa cómo la coreografía se convierte en un territorio de experimentación de diferentes elementos artísticos, físicos o sociales. Esta última esfera se enlaza directamente con la obra Skatepark, donde las nociones de coreografía social y coreografía expandida son absolutamente centrales.
La coreografía social abarca los gestos que confeccionan el conjunto de movimientos que realizamos en nuestra cotidianidad, en sus distintas esferas y situaciones. Son coreografías que producen, pero también revelan, realidades encarnadas de una organización social, muy presentes en las piezas de Ingvartsen, como es su solo 69 positions (2014). La obra es una especie de visita guiada a la historia de la sexualidad en la esfera performativa, donde el público — situado en el mismo espacio con la bailarina — ha de reorganizarse constantemente en el espacio museístico según lo que está ocurriendo. De esta manera, la pieza propone literalmente un posicionamiento físico constante alrededor del tema a tratar.
En sus últimos trabajos, Ingvartsen explora algunos estados de bailes frenéticos que producen un éxtasis desde bailar (aparte de The Dancing Public, también en Delirious Night o Choreomanía, ambos por estrenar en 2025), como formas de rebelión un tanto incontrolables. En este sentido, Skatepark entiende la rebelión desde otro lugar, poniendo el enfoque en la comunidad y en un ‘estar’ donde la acción de hag out, un espacio-tiempo no-productivo, sin planes ni programación, contiene un potencialde resistencia; una posibilidad de autogestionar la (in)acción de manera comunitaria. Ese lugar suspendido resulta sumamente importante por ejemplo para los jóvenes, ya que un espacio permisivo sin vigilancia posibilita lógicas alternativas de estar juntos, investigar la sociabilidad y sus variantes, y formar identidades más allá del núcleo familiar o institucional.
Patrones colectivos, coreografías compartidas, actividades secundarias puestas en punto de mira. Ingvartsen investiga algunos movimientos de la esfera social como una expresión coreográfica, desde una mirada donde la danza — o el skateboarding — funcionan como un pegamento social, y donde el disfrute despierta una convivencia corporal.
Riikka Laakso
METTE INGVARTSEN presenta ‘Skate Park’ al Mercat de les Flors el 15 i 16 de març de 2025
Bibliografía
Buchetti, A., & O’Connor, P. (2024). Chicano Park’s Skateboard Memorial Murals: Extending the Sacred in Polluted Leisure. Leisure Sciences, 47(3), 475–498.
Hewitt, A. (2005). Social Choreography: Ideology as Performance in Dance and Everyday Movement. Duke University Press.
Huizinga, J. (1938/2012). Homo Ludens. trad. Eugenio Imaz Echeverría. Alianza Editorial.
Ingvartsen, M. (2016). EXPANDED CHOREOGRAPHY: Shifting the agency of movement in The Artificial Nature Project and 69 positions. Lund University.
Laakso, R. (2023). “Recoreografiar lo sintomático”. Blog Mercat de les Flors.
Links
Dogtown and Z-Boys, 2001 (documental)
SNT4EVER, una asociación de skaters de Barcelona
SKATE Barcelona con Jesus Fernandez (video)
Barcelona Skate Spots Map
Wilson Le Personnic – Skatepark interview with Mette Ingvartsen, maculture.fr
Interview Mette Ingvartsen ATV – 100% Cultuur | Dear Antwerp | Skatepark
Mette Ingvartsen – The Dancing Public (teaser)
Mette Ingvartsen — 69 positions (fragmento)