Deborah Hay (1941, Brooklyn, NY) es bailarina, coreógrafa, maestra y escritora, sin jerarquía entre estos aspectos de su ingente creación, a la vez que protagonista de algunos de los cambios artísticos más revolucionarios del siglo xx. En los años sesenta formó parte del colectivo de la Judson Church Theatre junto con Steve Paxton, Lucinda Childs, Trisha Brown, Simone Forti, Yvonne Rainer, Anna Halprin y otros artistas de varias disciplinas que rompieron las fronteras del movimiento danzado con gestos cotidianos y colaboraciones multidisciplinarias. También bailó en la compañía de Merce Cunningham en la su gira internacional de 1964, antes de retirarse en el campo, a vivir la experiencia de la vida comunitaria, las primeras drogas psicotrópicas y el camino de la introspección.
Todo esto le sirvió para liberarse de una danza prefijada y emprender la investigación de un arte que se cuestionaba a sí mismo, donde cada pregunta era la clave que abría un nuevo campo de investigación. Se interroga sobre los gestos domésticos y extrae un conocimiento precioso de la experiencia de bailar con no profesionales en sus Circle Dances, que después sintetiza en solos que ella baila; se pregunta hasta donde llega la libertad de no tener público que le permite pensar en un cuerpo que se deje mirar. Y, finalmente, ante la incógnita de qué mira quien es mirado, entrena un bailarín capaz de transformar su mirada en energía escénica. En resumen, Hay da un giro radical hacia la conciencia perceptiva de la danza que transforma absolutamente la danza y quienes la practican. Jérôme Belio, William Forsythe o Anne Teresa de Keersmaeker son algunos de los que han sido tocados por esta enseñanza.
A lo largo de su carrera ha escrito cuatro libros y una veintena de artículos. En My Body the Buddhist (2000), traducido al francés por su colaborador Laurent Pichaud, presenta su filosofía del cuerpo (un cuerpo que recibe energía en la rendición) y habla de transmisión y de nuevas herramientas de composición escénica, a la vez que es un proyecto de experimentación literaria con múltiples puntos de vista. La escritura tiene un papel potenciador dentro de su coreografía, más allá de ser una manera de documentarla y compartirla: sirve para profundizar en el conocimiento de aquello que hace, hasta el punto que podríamos hablar de coreografía del lenguaje. Deborah Hay es de las pocas artistas que han conseguido que la danza exista a través de las palabras y, con sus partituras —un código mixto entre el dibujo, el texto, el mapa y la poesía—, se fulmina la idea de un cuerpo representacional para abrirlo al infinito con una danza llena de sutilidades que no se asemeja a nada.
Sobre Cullberg
Cullberg es la compañía de danza contemporánea de repertorio nacional e internacional de Suecia, una compañía que abraza continuamente la cocreación para hacer danza de vanguardia y conseguir que llegue al gran público. Junto con coreógrafos de todo el mundo, exploramos ideas sobre posibles maneras de definir, producir y presentar la danza. Esta investigación es el pilar fundamental de una compañía que siempre está presente en la escena internacional. Durante el periodo 2019-2021, Cullberg trabaja exclusivamente con tres artistas asociados: Alma Söderberg, Deborah Hay y Jefta van Dinther. El núcleo de la compañía está formado por diecisiete bailarines de primer nivel que tienen un papel central en todas las creaciones. Sus obras surgen de los tiempos en que vivimos, como parte del entorno sociopolítico, que entre otras cosas incluye cuestiones de igualdad, diversidad y sostenibilidad. Al frente de la compañía está el director artístico Gabriel Smeets y la gerente Stina Dahlström. Cullberg forma parte del Riksteatern, el Teatro Nacional de Suecia.
Proyecto cofinanciado por el programa Europa Creativa de la Unión Europea como parte de DANCE ON, PASS ON, DREAM ON