CESC GELABERT / JORDI CAMELL

La danza entendida como un acto de conciencia dentro del cuerpo nos permite vivir mejor, amplía nuestras funciones y es una poderosa herramienta para hacer música, para interpretar un instrumento. Un bailarín, al bailar, ha de ser consciente de tres partituras: la de la música callada que crea con su cuerpo, la de la música que siente al escuchar y, en tercer lugar, la interacción de ambas.

El músic, al hacer música, tiene una partitura que organiza el sonido que crea, pero necesariamente, al mismo tiempo, ejecuta una coreografía que es la que físicamente activa el instrumento. Dada la complejidad del movimiento, normalmente el músico, con el aprendizaje, va asimilando esta danza haciéndola casi de manera intuitiva e inconsciente. Sin embargo siempre está presente y determina la calidad de la música y la salud del intérprete.

Durante el curso compartiremos ideas y haremos ejercicios sencillos que nos permitirán introducirnos dentro de esta manera de ver la danza, este habitar el cuerpo con el corazón y la mente de una manera analítica, práctica y lúdica; sin olvidar la música que hacemos y la que escuchamos. Lo haremos en dos partes: en la primera, bailando, con ejercicios de danza, a veces con silencio y otras acompañados por la música en el piano; en una segunda parte, más corta, pero no menos importante, tocando los instrumentos propios de cada músico (violín, guitarra, trompeta, etc) desde la experiencia asimilada en la primera parte.

Es una introducción a percepciones y conceptos que podemos superponer o sumar a nuestros propios conocimientos y experiencias.

Abierto a

Músicos y profesores de música en general

Requisitos

Mínimo dominio de un instrumento musical

Plazas

25 alumnos