Movimiento y sonido aparecen a la vez, su relación es originaria desde el momento que el cuerpo suena al moverse y, incluso, sin ni siquiera desplazarse; el latido de nuestro corazón es el primer tambor y quizás por esta razón la música nos conduce a bailar. Pero la proximidad entre una expresión y la otra no se limita a una relación de causa-efecto, sino que puede desarrollarse en modalidades diversas, incluso en paralelo y no llegar a tocarse nunca.
En el ciclo Cos de so se experimenta el extremo opuesto, con obras de sonoridad corporal, es decir, donde el cuerpo puede ser un instrumento o activar el instrumento a partir de la experimentación corporal. Este cuerpo también puede ser arquitectónico, como en el caso de Park Keito, o todo un paisaje para Oscar Bueno. En el caso de Anna Fontanet, la mediación digital da forma a la relación entre cuerpo y sonido que se adentra en aspectos autobiográficos y genera nuevos latidos.
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