La imposibilidad de volver a los escenarios nos obliga solamente a pensar en cuerpos virtuales, lugares imaginarios y movimientos sin latido propio. Pero uno no se acostumbra a ver la danza solamente a través de la pantalla, o a través de dibujos, bocetos o ideas que invaden estos días mis libretas en pleno proceso creativo de Sonoma.
Como creadores de imágenes, esta oscura pandemia ha ejercitado el imaginario de todos hasta esquinas donde antes no nos habíamos asomado. Una nueva situación, que nos empuja a seguir creando para seguir creyendo que el mundo también nos va a necesitar cuando todo esto acabe. Y es que la danza, al igual que sus otras artes hermanas, están ahí para despertar las emociones vividas antes de que empiecen a confinarse también, están ahí para agitarnos y y devolvernos preguntas e imágenes de un mundo que hoy arde pero que mañana será otro. Otro. Seguimos creando a pesar de la incertidumbre para poder volver pronto a la vida, seguramente otra vida, porque cuanto más extraña, más vida será.
Y la danza, una vez más, volverá a reinventarse y acercarse a la vida, sea cual sea esa vida, y creadores, bailarines y demás inventores de la materia sabremos traducir lo que nos escupe el mundo en nuevas formas porque, como el mercurio que encuentra la grieta, la danza, el movimiento y las artes vivas sabremos estar más despiertas y unidas que nunca para devolverle al mundo lo que en estos dos meses hemos perdido.
Marcos Morau
Respuesta del coreógrafo Marcos Morau a la pregunta:
La pandemia de la COVID-19 ha supuesto un antes y un después en nuestras vidas y ha colocado el cuerpo en un espacio de fragilidad y de amenaza constante, de manera que las relaciones entre las personas y el espacio que ocupan cobran un relieve especial. Desde esta consciencia, ¿de qué manera podemos leer hoy tu trabajo (tu obra artística o de pensamiento) y qué posibilidades de desarrollo ves para la danza?
Foto Vanesa Gómez