Ante las preguntas fundacionales acerca de las huellas que la danza deja en la memoria individual y colectiva, el ciclo Hacer Historias(s) pone en relieve en esta quinta edición el hecho de que todo se transforma. Y qué elemento, si no el tiempo con su paso, genera la transformación de un cuerpo o de un relato.
“Body of Work”, del coreógrafo y bailarín Daniel Linehan, es una puesta en valor de ese paso del tiempo en relación no solo a su cuerpo sino también a su corpus, pues invoca durante una hora sus 19 años de práctica. No es un acto de nostalgia, sino de interrogación a sus cuerpos pasados; los de la danza y los de la vida, que se entrecruzan y a menudo son lo mismo. En esta ocasión el artista regresa insistentemente sobre algunos fragmentos de antiguas coreografías por los que el paso del tiempo ha hecho su trabajo. Trae también a escena recuerdos personales que entrega a los espectadores, así como entrega brazos, giros, saltos y suspiros; con la convicción de que el cuerpo es el archivo por excelencia. A través de los sentidos el cuerpo tiene incalculables puertos de memoria. A través de la experiencia física que se queda grabada en el cuerpo, se disparan los recuerdos.
Cuando un performer danza tiene la capacidad de activar, a través de una acción física, una serie de registros sensoriales y emocionales que, si quedan bien conservados por la técnica, pueden volver una y otra vez intactos. Es la memoria cinestésica. Por eso es posible que ayer, hoy o mañana, cuando Linehan vuelva a hacer una partitura de danza que creó hace años, reviva las tensiones y las emociones que contenía, por aquel entonces, cada gesto. Pero hoy su cuerpo es otro y, hoy, el mundo es otro.
Walter Benjamin remarca en “Escritos autobiográficos” la idea de que el presente es el medio ineludible para recordar. No podemos situarnos si no en el presente para el ejercicio de la memoria. Pero el lenguaje que nos concierne para hablar de “Body of Work”, es algo diferente al lenguaje que describe Walter Benjamin en su obra. En este caso el recuerdo se elabora desde el bucle, desde la insistencia de un movimiento hasta generar conexiones nuevas. Al abrir conscientemente las puertas del archivo sensorial para que un océano de recuerdos inunde la pieza, su cuerpo pasado se funde con el presente, no para comparar, si no para generar nuevos universos sensibles. Cuando el coreógrafo elige entrar en una acción concreta y explorarla, nos da la posibilidad, como público, de completar el significado de esa acción desde nuestra propia experiencia vital.
Eso implica, de por sí, una licencia poética que viene a ser una traición al recuerdo mismo. Entendamos el gesto de traicionar como algo despojado de juicio moral, como un acto necesario si queremos que el presente pueda ocuparse del pasado en vistas de construir futuros. ¿Se puede compartir un recuerdo sin manipularlo? El ejercicio de la memoria en “Body of Work” es un ejercicio de descubrimiento en el que el artista compromete su presente corporal en relación con los cuerpos que le perciben entre el público y que van reaccionando a la práctica desde, no puede ser de otra manera, sus propias biografías.
Hay también una pregunta que atraviesa esta propuesta en concreto pero que también es transversal al ciclo Hacer Historia(s): ¿Qué huellas deja la danza en el cuerpo de los bailarines? Los trabajos que acoge el ciclo no dejan de ser un espacio de reflexión en torno al oficio mismo de la danza. ¿Qué fragmentos de qué espectáculos dejan huella en nuestra forma de crear? ¿Qué entrenamientos definen nuestra disponibilidad como performers? ¿Qué movimientos, qué acciones, qué golpes con el paso del tiempo siguen siendo evidentes? Daniel Linehan baila con estas marcas que su danza a lo largo del tiempo le ha imprimido en el cuerpo: un dolor en la rodilla, la insistencia en el gesto o las rotaciones virtuosas. Con esto, aporta a la investigación abierta por otros artistas que quieren posicionarse ante su propia historia para entender cuál es el lugar que ocupan como artistas en el contexto que habitan. Esta búsqueda es siempre extrapolable a la reflexión sobre el papel que la danza ha de tener en el momento socio – político en el que acontece.
Hacia el final de “Body of Work” parece bailar lo hauntológico. Cambia la atmósfera que la pieza había presentado hasta ese momento: desciende la luz y un bucle de sonidos grabados por Linehan en directo se convierte de nuevo en un mantra diferente al del inicio del espectáculo. Esta vez más grave, más denso. Justamente en ese momento, en medio de lo que parece un despliegue de ausencias, de fenómenos quiméricos, aparece un cuerpo que resuena en una capa más íntima. Un cuerpo más cercano y más universal en el que se reflejan nuestros propios cuerpos. El cuerpo de Daniel, despojado de ropas que evidencien el presente, se ha suspendido en el tiempo y en el espacio. Eso nos acerca a sus músculos, que podrían ser los nuestros, a sus tensiones, a su dolor en la rodilla. Las ausencias que aparecen al “escarbar en la memoria”, como lo llama Walter Benjamin, conforman posiblemente el material sensible más poderoso del espectáculo. La memoria está hecha de presencias y de ausencias, de recuerdos y de olvido.
Con la escritura de esta reflexión en torno a Body of Work no pretendo resolver la incógnita sobre de qué manera estos elementos desplegados en la pieza construyen futuro, pero sí puedo identificar un deseo propio. Me pregunto si, a través de la propuesta de este tipo de creaciones que se dan en el ámbito de la danza pero también del teatro físico y sensorial, podríamos entrenar nuestra capacidad de vincularnos sensiblemente con las danzas pasadas pero también con los pasados contextos (artísticos, políticos, sociales). Podríamos ser capaces de dialogar también con lo que se ausenta en el relato oficial de la historia. Podríamos, quizás, colectivizar la necesidad de reflexionar desde la acción y no desde la teoría, desde lo sensible y no desde la comparación ideológica, desde una mirada atenta a lo que nos rodea para nutrir el presente de atención y gracia. Uno de los puntos diferenciales de este 5º ciclo de “Hacer Historia(s)” es su apuesta por generar posibilidades de futuro que escapen del relato apocalíptico. En su ensayo “Qué es lo contemporáneo”, Giorgio Agambem desarrolla la idea de que lo propio de la contemporaneidad es la capacidad de, ante la amenaza de la oscuridad del presente, transformar el tiempo e interpretar la historia de maneras imprevistas en busca de futuros más luminosos. Daniel Linehan cierra la pieza con una propuesta conciliadora que es una sencilla imagen de felicidad: invita al público a imaginarse en un jardín, rodeados de amigos. Acaso lo que no se imagina, ¿puede tener cabida en el futuro?
Paula Pascual de la Torre
Artículos de prensa sobre “Body of Work” extraídos de la página web del artista (https://hia-tus.org/)
Compagnie Olivier Dubois. “My body of coming forth by day”
Constel·lació OLGA DE SOTO: ‘INCORPORAR lo que queda aquí adentro en mi corazón’
Christian Rizzo / ICI – CNN Montpellier
Patricia Caballero y Mónica Valenciano. Festival Salmon 2018
Webgrafía
BENJAMIN, WALTER. Escritos autobiográficos. Trad.Teresa Rocha Marco. Madrid. Alianza Editorial, 1996.
AGAMBEM, GIORGIO. What is an Apparatus & What is the Contemporany. Trad. D.Kishik and S.Petadella. Stanford. Standford University Press. 2009.