¿Qué espacio ocupa el cuerpo de juventud que se maneja en el goce, no del mainstream y no de la marginalización inoperativa, sino en el intermedio que fluctúa entre la funcionalidad de mercado y una estética de soslayo?
Corte a corte, La Movida. Movimiento cultural que sin quererlo ni beberlo, de un brinco esplendoroso, salta jovialmente del tardofranquismo madrileño a la inauguración del tardocapitalismo. Tierno Galván, alcalde de Madrid entonces, amansador de almas cándidas demandantes de atención, pues aquí las tenéis: conciertos a dedo en plazas centrales, convertid a estos intrépidos en habitués de la televisión. Alianza de política y media, juventud como moneda. Momento carnet UE, momento OTAN oh sí, va a ser que sí, momento Socialdemocracia o puedes ser socialista en el capitalismo, momento venta del banco nacional, de Seat, del gas natural, de la electricidad, de Telefónica, sin cortes, a reinar, Monarquía parlamentaria momento. Un momento … vale … otro momento … vale, venga, momentos Tierno Galván: ‘estamos con la fiesta, estamos con vosotros’; ‘rockeros, el que no esté colocao que se coloque y al loro’; ‘menuda movida que os traéis, pasadlo bien duro y olvidaros de todo, jóvenes’.
Fabio McNamara, icono incontestable de La Movida ¿Crees en el amor? Sí, ¿y en el crimen pasional? Si, yo me quiero casar para que me pongan los cuernos. Una sonrisa de niño rutilante extremadamente vivo y golpeado desde varios frentes, la droga con su mono, la fama sin su pasta, la retahíla de enfermedades ochenteras con su VIH, etc. Refutó ser la primera travesti de España porque sabía que no era verdad: simplemente he sido la primera en caminar en tacones por la Gran Vía. Marta Izquierdo mira de soslayo a su Carabanchel natal. Imbuida en la Movida, referente imperenne de su trabajo, quizás de ahí sustrae los cuerpos amcnamarados que lo recorren, centrado en figuras que se encuentran situadas entre la marginalidad y la cultura de masas. Más concretamente el cuerpo femenino ocupado en prácticas corpóreas que transitan entre el show y el deporte reencontrado tras su exclusión, marginalización, defenestración o shamed.
Las majorettes de IMAGO-GO (2018), que pasó por Mercat de les Flors dentro del Festival Sâlmon en 2020, contornean con sus twirling batons el cuerpo disciplinado de la ejecutriz del parade público, el reglamento militar en la coreografía para mujeres. La escenificación se desmenuza hasta devenir mero paisaje, el paisaje del fauno, el bosque, la cascada en el tenebro. Con su bastón y faldita de majorette, hace aparición Majorette le faune via paso faunal de l’Après-midi d’un faune, de Nijinsky, el fauno total. Aquél que bailó entre el mainstream de los escenarios abarrotados de toda Europa y el control férreo al que fue sujeto ante cualquier decisión artística. La mano de hierro del empresario Diaghilev que supervisaba todas las decisiones coreográficas. Nijinsky, figura incontestable de la danza del siglo XX, recluido en su esquizofrenia en los últimos años de su vida. Sus piernas faunales, su rigor y disciplina de ensayos, su ejecución virtuosa, su sensibilidad artística, todo ello reducido a la unidad mínima: su cuerpo. Cuando por fin consiguió o se le permitió dirigir, nada: Après-midi d’un faune, pieza icónica pre-postmoderna del siglo XX.
Emerge de nuevo en Flip (2024), la figura del fauno, fauno catapultado por medio de un flip, figura técnica del patinaje artístico. El Arlequín ataviado sobre ruedas que hace entrada, interpretado por Eric Marin, ex-patinador artístico, retirado tras grave lesión, colaborador cercano de Izquierdo, aparece desprovisto de cualquier preocupación por el público, por ello también, inmiscuido profundamente en los aferes del espacio público, lo público. Su relación con el entorno, poderosa, su relación con el medio, incierta. Lo biográfico se tergiversa en ficción en este tributo torcido a Marin que es Flip. El patinaje se tergiversa en danza en el cuerpo de Marin y por medio de fractura. Fractura sujetada por el intérprete, hilando disonancias, al tiempo delicado, al tiempo dispuesto para el destrozo, Marin articula y vehicula un terreno con el público que es en sí una fractura en la que coexiste lo delicado con lo amenazante. La fractura como enclave es, a diferencia del mercado, la posibilidad de sujetar un espacio por el que colarse, siempre en la ficción. La fractura como enclave, más que ficción, hasta hoy sigue siendo el lugar de la fantasía.
Así que la majorette, el patinador, ¿quiénes son? Sus horas de ensayo dispuestas para el usufructo público – ¿realmente público? – en el entramado coreográfico del parade, del número ¿para qué? Las vistas cenitales de su distribución espacial, ¿a qué nos conduce? ¿A qué los lleva? Tales preguntas no son artísticas, sino histéricas, aducen al capataz que logra disponer y aglutinar, organizar y comandar la mirada de las masas en hora prime, la cualidad coreográfica para una multitud con fines perversos, como Tierno Galván, ‘menuda movida que os traéis, pasadlo bien duro y olvidaros de todo, jóvenes’. Y parece que funcionó, ‘que los gays se olviden de ser gays y se echen una novia’, repite en predicación extática Fabio Mcnamara. Luego se sienta en el altar de la parroquia del Colmenar del Arroyo junto a María Vallejo-Nágera y relata que había sido gay, durante la Movida. La Eucaristía le salvó. Por la tarde se estira en el suelo de su estudio donde ahora pinta cuadros y reclama el Príncipe de Asturias por ser él mismo un milagro, uno de los pocos supervivientes de la Movida, clama, murieron tantos, sigue. Luego profiere lo que suena a última verdad para consigo, que está cansado de ser superviviente. Suena a un esquema bastante sencillo: deseo doblegado, vida negligida, desvanecimiento del mundo simbólico o pérdida de significado y apetencia de muerte.
La cuestión no es tan extraña como se pudiera pensar. Fabio no es tan extraño. El deseo sexual doblegado de Fabio se transfiere al plano político en el caso de Alaska. Ya en una de esas noches se abría:
Al principio decía, pues nada, el comunismo, pero me duró quince días. Luego el anarquismo, que me duró hasta que entré en contacto con CNT y con LACOCHU, un colectivo underground de fanzines, vinculado con los anarquistas. Mi etapa política duró un año (…) Con la música perdí todo interés por la política.
Remar a contracorriente, sucumbir. Entregarse al devenir, ¿figura marginalizada en el mainstream Alaska? Pues casi que también. La despolitización actúa como refugio solipsista, y más que un refugio es una llanura, su condición es exclusivamente mediática, su tiempo es el ahora y para siempre. Lo que es fácil confundir es a la figura de su paisaje. El enclave mainstream es en sí el albergue de lo marginal y por tanto acomoda, confina a estas figuras, las produce, las exhibe y las consume a lo largo y ancho de sus llanos, o si se prefiere, del mundo. Por extensión se puede decir, el mainstream ES marginalización, la marginalización ES cultura de masas, o, del corte publicitario a la publicidad cicatriza el corte hasta que todo queda en un plano contínuo de actividad despolitizada, de mercado.
Ya a partir de la victoria socialista y del 23-F, es decir, del año 81-82, la gente empieza a aburrirse de política (…) No había la tensión emocional de la predemocracia (…) Cuando cae el interés por la política, los grandes medios de comunicación retoman los movimientos culturales, lo festivo, lo novedoso, las ceremonias que se estaban produciendo en ese momento (Casani, cit. en Gallero, 1991; 9)
La Movida, su estandarte de expresión, rico, su indiferencia política, también. Más de uno flirtea ahora con la derecha populista, mostrando su pijismo de cuna, y no precisamente Mcnamara, nacido en Ciudad Pegaso, colonia de trabajadores del camión del caballo alado, sin ánimo de bromas, cambiaba ruedas de coches pero se despistaba. Sino algún romántico que escribía para su marquesa ese tema, mujer contra mujer. Pensar materialmente en la Movida Madrileña es sustraer a Fabio Mcnamara, de apariencia hedonista ad eternum y comprender la natural progresión hacia su Nacional Catolicismo en la era post-dictator. Es también entender que mujer contra mujer de Mecano responde más a un deseo Nacho de ver porno de tías que a una apología del lesbianismo. En Roll (2024), Marta Izquierdo toma del Roller Derby, deporte rescatado por mujeres del male gaze, en el que dos equipos en patines trabajan en estrategia de bloqueo con los cuerpos e intentos de escapada para puntuar en una superficie elíptica delimitada por líneas de juego. Izquierdo transfiere la fuerza del juego a poses de envite, lo abrupto del choque a cadencias suaves, las actitudes desafiantes que denotan afectos ligados a la competición se congelan bajo luz tenue; competición congelada que por definición deja de serlo. Marta Izquierdo se vale de la estructura deportiva para el ejercicio coreográfico. Lo que se abre en Roll es un terreno de ternura esculpido a través de la ficcionalización del evento deportivo. Estetizar la competición … politizar la estética … ¿Qué hubiese sido de una Movida Madrileña – y luego todas las demás – politizada?
Søren Evinson
VIDEOS:
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McNamara: «Franco ha resucitado y nos va a comer vivas»
Gritando Amor, Mcnamara
Fabio en la iglesia Asalto al cielo: Fabio de Miguel (Fabio Mcnamara)
Roller Derby: las patinadoras «más rudas» de Colombia – BBC MUNDO:
Bibliografía
-“EL FUTURO YA ESTÁ AQUÍ” MÚSICA POP Y CAMBIO CULTURAL EN ESPAÑA. MADRID 1978-1985 https://docta.ucm.es/rest/api/core/bitstreams/4a0f97c4-6cf3-439c-9df6-099fc9ed84f1/content Héctor Fouce Rodríguez
-Romola Nijinsky, Vida de Nijinsky, Ediciones Destino, ser o no ser, 1962.