RF: En 71BODIES 1DANCE (2018) has trabajado sobre experiencias de lucha y autoafirmación recogidas a lo largo y ancho del continente. Hay una muchedumbre de soledades convergiendo, abrazándose, reivindicándose dentro de tu carne.
DM: Cuando entro en escena me siento empoderado y abrazado por las más de 150 personas trans que conocí durante los dos años de producción con 71BODIES 1DANCE. Siento que todes están ahí conmigo, soportándome, acompañándome en el momento justo antes de empezar a moverme. Todes elles están vivas en mi mente, en mi cuerpo y en cada movimiento.
RF: 71Bodies es un proyecto singular, por no decir único, en más de un aspecto. Una de estas singularidades es la de presentarse, más que como una compañía al uso, como un verdadero multiverso. El trabajo performativo tiene ramificaciones y concreciones audiovisuales, fotográficas, multimediales, editoriales. Por ejemplo, tu solo se “expande” concéntricamente en una exposición fotográfica y una instalación de vídeo (Black Little Boxes). Con la danza anclada en el núcleo de este inédito reparto de lo sensible, 71BODIES es un proyecto multidisciplinar, o transdiciplinar. ¿De dónde emana este paradigma de trabajo?
DM: En 2016 empecé mi transición de género. En ese momento tuve claro que deseaba realizar un trabajo coreográfico basado en mi propia experiencia. Pero gran parte de la fuerza e inspiración para el coming out como persona transgender me la habían dado las personas trans que conocí, con sus historias de dolor, de resiliencia, de empoderamiento, de autonomía, de felicidad. Fue conociendo personas reales como me di cuenta de que la transición de género representaba una posibilidad también para mí. Hasta ese momento toda la información que había recibido sobre el tema era muy negativa, muy marcada por retóricas y narrativas inventadas por gente cisgénero que se dedicaba a “sentenciar” he inventarse lo que es ser trans. Las personas que conocí me inspiraron a salir del armario y me impulsaron a llevar a cabo un trabajo enteramente inspirado en la riqueza del colectivo trans. Colaboré con Mar C. Llop, activista y fotógrafa que desafortunadamente falleció en 2022 y Ursula Kaufmann, queer y filmmaker , ambas residentes en Barcelona. Les tres viajamos por diferentes ciudades europeas, entrando en contacto, a través de un open call, con más de 150 personas trans. Esta fase de investigación, empezada en 2016, duró dos años. Finalmente, el proyecto, estrenado en 2018 en Bergen, fue de alguna manera el germen de la compañía: no sabíamos cómo llamarla, y al final optamos por el título que ya teníamos, 71BODIES. Enamorado de las historias fantásticas con las que había entrado en contacto, decidí crear un proyecto con sólo personas trans en escena. Me di cuenta, tras haber bailado profesionalmente por veinte años, de que no había compartido un escenario con personas trans. Y pensé “Si el espacio no existe, lo voy a crear”. Recuerdo que una de las personas que invité a formar parte de esta aventura me confesó haber estado considerando, en un pasado muy reciente, la eventualidad del suicidio. Esto me convenció de que 71BODIES respondía a una necesidad muy real. Nuestro primer proyecto colectivo, In First Person The Dance (2020), que involucró 9 protagonistas en el estreno y 11 en la gira, fue una experiencia muy fuerte, porque todo ocurrió en medio de la pandemia. Pero fue el marco de la pandemia y del confinamiento el que, paradójicamente, nos permitió crear un espectáculo extremadamente íntimo e interactivo. Tuvimos que pensarlo para un público de 20 personas (el máximo de aforo según las restricciones vigentes, que también imponían una distancia de un metro y medio entre asistente y asistente). Lo que parecía un límite hizo que el trabajo se volviese una experiencia de intimidad y humanidad inolvidable para les asistentes. El paso siguiente y casi obvio fue empezar a trabajar con personas con discapacidad. Como persona trans y miembro de una minoría, me pareció esencial crear una forma de alianza con quienes también viven de forma permanente en la lucha contra cierto sistema de opresión y/o normalización. NORMAL (2021) es un punto de encuentro entre la dimensión trans, la dimensión de la discapacidad y los temas de la sexualidad: de hecho, uno de sus triggers fue Yes, We Fuck! (2015), el hermoso documental de Antonio Centeno y Raúl de la Morena, que hablando del acceso a la sexualidad y al placer en el marco de la discapacidad, reivindica de hecho el sexo como derecho universal. Algunes de les asistentes que aparecen en el documental y que se dedican a facilitar la experiencia de la sexualidad para los cuerpos no normativos, son a su vez personas trans, ahora integran el reparto de la pieza. También NORMAL reivindica nuestros cuerpos como sujetos deseantes y generadores de deseo. En ese punto de nuestra trayectoria, 71BODIES recibió un consistente soporte económico del estado noruego. Esto nos dio la oportunidad de concebir nuestro trabajo como algo más que una simple secuencia de “creaciones”: nos ha permitido pensar en una visión artística a medio y largo plazo y nos consolida como una compañía profesional. Nuestra aventura más reciente, A True Story (2023) ha sido uno de los mayores desafíos de mi vida, no sólo porque el reparto que se expandió considerablemente con edades entre 7 y 85 años, sino porque aposté por trabajar con niñes, jóvenes y personas trans que han tenido hijes, acompañades de une des sus familiares. Creo que la performance resultante es una prueba y una materialización brutal de lo que entendemos como amor incondicional. Todo el trabajo está basado en capítulos importantes de la vida de cada persona. Cada una de las 17 personas en escena ha tenido espacio para explorar capítulos difíciles de su vida; el arte les ha permitido procesar aspectos fundamentales de elles mismes. Como coreógrafo considero un honor el hecho de que personas no familiarizadas con el teatro, pero impulsadas por la urgencia de expresar algo importante, de repente puedan, a través de una apuesta creativa, lograr algo que no va dirigido sólo a elles mismes, sino que puede compartirse y trascenderse. Ahí está, creo, el poder de las performing arts, en esta síntesis de urgencia y deseo, en esta necesidad de expresarse a través del arte.
RF: Transdisciplinar sea quizá una actitud poética dirigida a superar no tan sólo las esclerosis del género, sino también a renegociar y, si acaso, a burlar el sistema y la sintaxis de los géneros, lenguajes y formatos expresivos. Quizá sólo un gesto transdisciplinar permita hacerle justicia al enigma irreducible de identidades y subjetividades que, como las del multiverso trans, desafían cualquier catalogación y generalización. De aquí la unicidad de tu trabajo: esta sutileza con la que te mueves entre documento y visceralidad. En 71BODIES te conviertes en un archivo viviente de lo “no archivable”: porque archivar significa clasificar; y en la jerga policial “archivar” significa dejar de lado casos resueltos o que se desespera de poder resolver. Tu danza “resiste” esta amortización, mantiene vivo el misterio universal de la identidad como algo irreducible. Por eso, las Little Black Boxes en las que cada cual puede acceder directamente, de forma muy inmediata y casi confesional, a los universos existenciales que confluyen en la pieza, son también esto: cajas negras de aviones que por alguna razón se desviaron de la ruta comercial asignada; excepciones, accidentes, disfunciones y sabotajes de la norma que están exigiendo ser escuchados y comprendidos por la singularidad insoslayable que encarnan, por el caso no cerrado que expresan.
DM: Lo que realmente me motiva como coreógrafo, más allá de la técnica o de la experiencia, son las historias personales, los caminos intransferibles y el deseo de procesar y compartir todo esto, en un contexto más amplio que la dimensión privada. Para esto se precisa una metodología adaptable. Hay personas que aman bailar, y otras muy buenas hablando; hay quienes escriben poesía, y quienes construyen objetos. La filosofía de 71BODIES es acompañar a cada persona a encontrar su manera, su haiku, e integrarlo dentro del universo del proyecto. Esto es lo que lleva la compañía a configurarse como un contexto multidisciplinar. No queremos simplemente mezclar estilos, sino adaptar a cada persona la universalidad de un deseo, algo que sólo el arte, en su multiplicidad, puede hacer.
RF: 71BODIES, en este aspecto, más que un marco de trabajo hace pensar en un ecosistema, un hábitat, una casa. De todo el trabajo se desprende una intensa sensación de cuidado recíproco, de ternura y afectividad.
DM: En el final de In First Person nos juntamos y acurrucamos en una especie de abrazo colectivo muy íntimo y afectuoso. Piensa qué pudo significar y sugerir todo esto en el período del confinamiento, cuando toda la acción gubernamental se dedicaba a establecer distancias y a definir los límites, las fronteras de cada cuerpo. A través de los años y la experiencia la metodología ha evolucionado, pero la ternura sigue siendo, en muchos aspectos, uno de nuestros principales motores operativos, un modo de resiliencia y persistencia. El trabajo con cada participante del último proyecto, A True Story, consistió en conocernos, encontrarnos, escribirnos cartas durante dos años y trabajar consistentemente en el estudio y en el escenario. Las cartas se convirtieron en la base del trabajo. Ahora están recogidas en un libro, The Magical Book of a True Story, en colaboración con la ilustradora Claudia de Sessa. Compartir el proceso significó compartir años de vida. Cuando invito a una persona a ser parte de una creación, la estoy invitando a la creación de una familia, de un universo, a una relación que dura y evoluciona en el tiempo.
RF: Dices en suma que tener un proyecto duradero significa disponer de otra manera de habitar la temporalidad. Y poder tocar la temporalidad, el flujo, como una cualidad de la identidad generalmente soslayada, sobre todo en un ámbito en el que existe una fuerte tendencia a pensar la identidad como algo monolítico, y donde a menudo se intenta dominarla a golpes de nomenclatura. A menudo las producciones de temática transgender se antojan ocasionales (incluso oportunistas), cuando no sensacionalistas.
DM: Para un colectivo minoritario y oprimido es muy importante la representación en primera persona. Y esto es justamente lo que practicamos cada día y en cada producción con 71BODIES. Desarrollarnos y crecer con una integridad ética, afectiva y artística que nos dirija a crear nuestra propia identidad, historia y ficciones. Poner luz a nuestras vivencias y deseos. Legitimar nuestros cuerpos y empoderarnos de cada parte que nos ha sido arrebatada. Celebrar cada pequeña victoria y no parar nunca.
RF: También ocurre que lo transgender tienda a presentarse como una especie de emblema viviente, cuya único formato de presencia es, en el mejor de los casos, el mensaje político que delegan en él. Pero tu trabajo enseña que la identidad no es un punto fijo, sino una ondulación, una modulación compleja de tiempos y espacios diferentes, de momentos y entornos; que por eso, quizás, la danza sea el único medio capaz de amoldarse a la pluralidad de las identidades, y a la identidad en sí como forma subjetiva de la pluralidad.
DM: Una de las cosas que más me enamora es generar belleza. Cuando trabajo con gente y me cuentan sus historias, vivimos un rollercoaster de emociones. Este vértigo de las historias encierra una belleza que, para mí, desafía todas las narrativas mainstream sobre qué significa ser trans: medicalización, patologización, dolor, clamor, incluso glamour. En cada trabajo intento enfatizar el empoderamiento, la búsqueda de una manera nueva de entender la belleza, la superación de los propios límites, las relaciones interpersonales, la sensación de colectividad, el cultivo de la noción de pertenecer, la preciosidad y unicidad de la trayectoria de cada une. Aludiendo a esta personalización de la retórica: alejándome de la mirada cisgenero y heteronormativa, creado desde mi propia experiencia trans, mi propia voz queer, que fluye y se transforma. Es un trabajo de introspección que nos permite generar conocimiento no sólo desde la generalización de la “cuestión trans”, sino desde el territorio de las emociones y sentimientos. En 71BODIES trabajamos con temas universales como la sexualidad, la libertad, lazos familiares, el derecho a ser y pertenecer, la transversalidad de las identidades, etc. Generamos conocimiento universal poniendo nuestras identidades marginales en el centro. O invitando al centro a venir a nuestros márgenes. Todes podemos despojarnos de prejuicios y liberarnos un poco. No hay subjetividad que no sea un poema de excepciones. Mi deseo y objetivo es que nuestro trabajo pueda emocionar y abrazar a cualquier naturaleza.
RF: En la última década ha crecido exponencialmente el número de producciones, compañías, festivales de temática queer, trans y LGBTIQ+. Pienso en el Queer Arts Festival del PIA (Vancouver), en Gender Bender de Bologna, en el Queer Arts Festival de Amberes, el Shout Festival de Birmingham, el Fresh Meat de San Francisco y muchos otros. En este cosmos poético hay una pléyade cada vez más visible de creadores queer y transgender: Katy Pyle, Leiomy Maldonado, Sean Dorsey, François Chaignaud, Phia Ménard, Niv Acosta, Jin Xing o, más cerca, Manuel Liñán, Celeste Gómez o Sara Manubens, entre otres. ¿Hay alguno de estos proyectos creativos con el que te sientas especialmente hermanado, por planteamiento poético o metodología?
DM: Cuando empecé 71BODIES 1DANCE en el 2016 no sabía de ninguna compañía que trabajara específicamente con temáticas trans. El trabajo de 71BODIES empezó como grass roots, desde scratch. Hoy en día todavía no conozco a ningún hombre trans que dirija una compañía profesional de danza que trabaje con múltiples colectivos marginalizados. De cualquier forma, hay compañías que me gustan y admiro mucho como por ejemplo el teatro duracional de Ida Müller y Vegard Vinge, un dúo alemán/noruego. Sus espectáculos me han hecho sentir que todo era posible en escena, que nada es demasiado, que el escenario es un lugar para librar batallas y expresar libertades. También quiero mencionar a un artista trans, María Perkances, que en México hace extreme performance. Su trabajo performático, por profundidad y calidad, es como una catarsis. A él le he invitado a ser parte en dos proyectos curacionales de 71BODIES.
RF: De entre las mil articulaciones y concreciones de las poéticas queer, en los últimos años ha cogido una fuerza extraordinaria todo lo que emana del universo del voguing. ¿Qué tipo de intervalo poético puede existir entre tu trabajo y estas otras maneras de visibilizar las vivencias de género no binarias?
DM: La experiencia queer y trans es extremadamente diversa. Esto genera formas muy diferentes de expresar la vida, la sexualidad, la identidad, los procesos. Creo que en 71BODIES expresamos procesos llevándolos a un estado de performance. La compañía es un organismo vivo, que no se rige por técnicas de danza específicas, pasos, figuras, estilos musicales reconocibles, exhibiciones puntuales. La calidad de nuestro contenido son personas que en este momento viven y que en el trabajo tienen experiencias únicas, vivenciales y duracionales. Y pese a que los años nos proporcionen cierto conocimiento, cada nueva persona que involucremos en 71BODIES es un nuevo libro para escribir juntes. Pero todas estas son diferencias operativas. Y son pequeñas en comparación con los puntos comunes: la idea de celebración, la idea de comunidad, el instinto por rodearte de personas que han pasado por lo mismo que tú. Toda la escena queer y trans está unida por una conexión visceral.
RF: Y qué deparan las próximas páginas de 71BODIES?
DM: Este año 2024 tendremos tres World Premiere. My Body My Home, un proyecto comisionado por DansiT con 25 personas en escena en Festival Multiplie en Trondheim. La segunda Premiere, The Basement, un sólo sobre liberación, catarsis y el deseo de generar una experiencia colectiva. Se estrenará en DansensHus en Oslo. La tercera es Made In Self, un programa curado con 4 trabajos distintos por 71BODIES sobre masculinidades disidentes. En co-production con CODA y MUNCH. Además, este año seguiremos girando con producciones previas. FULL ON!!!
71BODIES 1DANCE presenta ’71BODIES’, del 18 al 20 d’abril de 2024, en el Mercat de les Flors
BIBLIOGRAFÍA:
Claire CROFT, Queer Dance, Oxford University Press, 2018.
Zowie DAVY, Recognizing Transsexual. Personal, Political and Medicolegal Embodiment, New York: Taylor & Francis, 2016.
Claudia DE SESSA, 71BODIES (vv.aa.), The Magical Book of a True Story, Bergen: ed. 71BODIES.
Tey MEADOW, Trans Kids. Being Gendered in the Twenty-first Century, Berkeley: University of California Press, 2018.
Wendy OLIVER; Doug RISNER, Dance and Gender: an Evidence Based Approach, University of Florida Press, 2018.
ENLACES DE VÍDEO:
(fragmento Phia Ménard, Vortex, 2012)
ENLACES DE INTERÉS:
Documental online Yes, We Fuck! (Antonio Centeno y Raúl de la Morena, 2015)