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‘Personal específico’, por Claudia Gahlós

‘Personal específico’, por Claudia Gahlós

Mirar más atentamente. Ver más allá de la historiografía de los gestos de lo cotidiano que ya han adquirido categoría de arte, en un movimiento de ruptura permanente que sugiere una implicación en esa mirada y en la escucha, para ir más allá del hecho de caerse, de andar, de sentarse, de correr, de abrazar…

Mirar más atentamente. Posar de verdad la mirada sobre ese gesto rebelde que revela la imposibilidad de ser domado. Es en ese sentido en el que Henrique Amoedo ha pensado la compañía Dançando com a Diferença. Sin concesiones ni simplificaciones. Por eso el pensamiento artístico le ha llevado a desafiar a La Ribot a encontrarse con el grupo.

Es en ese encuentro, en ese acto de comunión con la libertad reivindicada, en el que percibimos esa Happy Island que La Ribot ha creado con los bailarines de Dançando com a Diferença, una película de Raquel Freire con asistencia coreográfica de Telmo Ferreira. Se dice que ésta es una compañía de danza inclusiva, en la que la mayoría de los bailarines tienen síndrome de Down, pero…

Mirar más atentamente. Este es un encuentro de personas y lugares específicos que engendra un nuevo género de site-people-specific, que continúa con una línea de investigación en la que reconocemos a La Ribot y profundiza en ella, donde lo profundamente humano desafía a lo profundamente artístico, que se tocan en la asombrosa intimidad de lo profundamente delirante.

En Happy Island hay personas que son lugares y lugares que son personas, y en ese encuentro o tensión entre ambos se genera la ficción, el mito, la leyenda. Sin renunciar a la realidad. No abandonamos nunca a las personas, ni en las risas ni en las lágrimas.

Nunca salimos del Fanal, el vertiginoso punto más alto de la selva de Funchal, donde el cielo parece tocar las entrañas de la Tierra. Eso es también lo que vemos en la película de Raquel Freire, además de en la amplia comunidad de toda la compañía de danza que festeja la expresión de los sentidos. Entramos en el túnel por esas carreteras que se abren camino entre la naturaleza, para confundir a los sentidos.

“En Happy Island hay personas que son lugares y lugares que son personas, y en ese encuentro o tensión entre ambos se genera la ficción, el mito, la leyenda”

Real-imaginario-specific. Es en esa paradoja temporal y figurativa en la que también se mueven el espectáculo en directo y la película proyectada, donde lo animal y lo humano se entrecruzan en el cuerpo y en el acto que tiene tanto de sexual y orgiástico como simplemente de… ser… o simplemente de disponerse a ser y a estar en el mínimo movimiento de la expresión personal. Personal Specific.

Mirar más atentamente. Maria João Pereira tarda en transformarse en puro arte en el escenario el tiempo que invierte en recogerse de forma trémula el pelo en una cola de caballo, dejar la silla de ruedas y bajar al suelo. Y luego se queda allí, tumbada de lado, temblando.

¿Cuántos espectáculos de danza contemporánea estudian las perturbadoras intensidades del cuerpo trémulo, que se hace y deshace constantemente? Aquí, la persona es un “site specific” y el lugar que se constituye de ese modo es intensamente subjetivo y fantástico.

En el encuentro delirante de todas esas particularidades con La Ribot se genera un nuevo gesto, que en realidad no es más que la muestra de algo que ya existía en sus obras, y que es simplemente la evidencia de algo que ya palpitaba en los cuerpos de Bárbara Matos, Joana Caetano, Sofia Marote, Pedro Alexandre Silva y Maria João Pereira. Y ahí es donde vuelve a surgir el ready made. Lo real-imaginario-personal-specific-readymade. Y de nuevo Duchamp.

“Profundamente humano, profundamente conceptual, profundamente orgánico, profundamente geométrico, profundamente narrativo y ficcional, profundamente abstracto y depurado”

Lo real transformado en arte y el arte que, en la depuración sensible del encuentro con el otro, permite ver lo real que antes pasaba desapercibido. Mirar más atentamente. Profundamente humano, profundamente conceptual, profundamente orgánico, profundamente geométrico, profundamente narrativo y ficcional, profundamente abstracto y depurado.

Kitch, mitológico, sexual, cabaretero y geométrico. La isla es el lugar de la fantasía, pero la fantasía es el lugar de la expresión libre de cada uno y cada uno es esa isla que aparenta ser una pintura manual de un paisaje, de una selva sumergida en bruma que recibe al público al inicio del espectáculo para, más tarde, hacernos descubrir que su aislamiento integra múltiples contenidos internos y es profundamente relacional. La isla y la persona se confunden.

Así como todas las fábulas que habitan dentro de ambas. Y así, la fantasía y la realidad se acercan a un sueño vivido y soñado. Lo que existe y lo que se muestra en Happy Island es un testimonio de vida y de arte. Specific. Mirar más atentamente.

Claudia Gahlós